Leyendas, Cuentos y Mitos


En nuestra comunidad se acostumbraba a transmitir a los niños desde muy corta edad, las enseñanzas, tradiciones, costumbres y hábitos que Diossis había implantado entre los miembros a través de los años. La costumbre del reciclado de todo lo posible se debía a que uno de los Jenkko antiguamente había desafiado la palabra de Diossis haciendo mal uso de los recursos naturales, llevándolos a la explotación. Dicho hombre fue castigado por la deidad con una enfermedad que debía ser tratada con productos naturales como ciertas hierbas curativas, las cuales él no poseía. Así se creó la leyenda "El codicioso Explotador", que se transformó en la primera que se les enseñaba a los niños y niñas de la comunidad con el objetivo del aprendizaje, y para que en el futuro no cometieran el mismo error que el codicioso explotador de la leyenda, ya que serían castigados por Diossis; más esta leyenda no era impartida para causar temor, sino para implantar el respeto por el medio que rodea a los humanos, el medio ambiente.


Así entonces se inculcaba en los niños y jóvenes la idea de lo correcto, lo sano, lo armónico, lo solidario y lo espiritual de la hermandad con la Naturaleza. Existían leyendas, mitos, poemas, cuentos e historias que habían sido creadas por la influencia de Diossis, se creía; todas hablaban de como el hombre debía abandonar los malos hábitos, costumbres y bestialidades para transformarse en el hermano de la Naturaleza y no en su enemigo. Reflejaban valores tales como la honestidad, la paciencia, la solidaridad, la bondad, el amor, la prosperidad, la amistad, el coraje, y muchos otros valores a los cuales los consideraban "Valores de Luz".


La primera leyenda que publicaremos será la primera que se transmitía a los niños y niñas. Aclaramos que existe una leyenda madre, que es la de nuestra cultura; dada su extensión publicaremos los capítulos en las entradas de la página principal.

"EL CODICIOSO EXPLOTADOR"

"Hace muchos años, más de los que los niños pueden imaginar, un aventurero se adentró al bosque donde abundaban las frutas dulces y deliciosas que su paladar no podía dejar de probar. En la comunidad de donde él provenía, estaba prohibido comer excesivamente los frutos del bosque, ya que debían ser inteligentes y dejarlos madurar toda la primavera para poder disfrutarlos en el caluroso verano. Pero al terco hombre solo le importaba hallar una fruta, la cual se creía que sus propiedades eran sanadoras y que su jugo podía lograr curar cualquier herida en cuestión de horas y minutos; pero el aventurero no conocía el aspecto de dicha fruta curativa, tampoco su sabor; los rumores solo la caracterizaban como dulce, fresca y muy jugosa, pero nadie había logrado dar con ella. El aventurero entonces decidió realizar un viaje en busca de esa fruta y no le importaba el hecho de saber que debía comer y probar toda clase de frutas para encontrar a la correcta, con la cual se haría famoso y rico.
Llegó hacía el corazón del bosque, pero aún no había podido encontrar la fruta curativa; sus ansias por hallarla lo llevó a la perdición de su cordura, quedándose toda la noche probando una y otra, y otra vez la inmensa variedad de frutas y frutos de toda clase; ¿tendrá la forma de una naranja? ¿tal vez la de una uva? ¿podría ser la extraña forma de un hongo?; se preguntaba sin cesar. Ingería tanto frutas como vegetales de todos los colores y formas, de todos los olores y sabores, pero era en vano. Al quedar desmayado por estar tan saciado de comida, una voz le protestaba una y otra vez los errores que había cometido; la deidad protectora del bosque se oía furiosa con el aventurero que había dado la espalda a su comunidad, a su gente, por seguir sus insanas ambiciones.
-Me has decepcionado joven Jenkko; no conocía la apariencia codiciosa y avarienta de un miembro de la comunidad que yo he protegido por tanto tiempo. ¿Así agradeces lo que la Madre Naturaleza te brinda? ¿Acabando con ella?-preguntaba la deidad.
El hombre en afán por seguir adelante con sus objetivos, no lo escuchó, lo ignoró repitiéndose a sí mismo; 'debo seguir, deja de molestarme'. Más allá del bosque, las cuevas de las montañas albergaban a lobos hambrientos, ya que en el bosque la mayoría de los seres eran insectos, aves y algunos astutos roedores que no saciaban el hambre que los caninos poseían; el aventurero codicioso decidió investigar aquella misma madrugada; 'tal vez no crezca al aire libre', pensaba. En la cueva de los lobos fue a dar con las consecuencias de sus actos; los lobos hambrientos mordieron salvajemente al aventurero dejándolo escapar con una de sus piernas desgarrada por los grandes y fuertes colmillos. Sentía que su vista le fallaba cuando caía en la cuenta del peligro que había corrido por perseguir un rumor que nunca pudo descubrir y por la avaricia que lo había llevado hacia su trágico destino. Pero una vez más la voz clara de la deidad del bosque le habló dando señales de perdón y comprensión, pues no buscaba más que hacer que el aventurero entre en razón acerca de sus actos poco certeros y llenos de impureza.
El arrepentimiento lo salvó de una muerte segura a causa de sus graves heridas que lo estaban conduciendo hacia una infección que debía ser atendida con la medicina adecuada que el aventurero no poseía; la deidad había alertado a otro miembro de la comunidad para que entonces el aventurero fuera rescatado. La ira de Diossis había provocado que el hombre sufriese las consecuencias de maltratar a la Madre Naturaleza, y así arrepentirse de lo que había hecho. El aventurero juró jamás dejarse llevar por los sentimientos impuros e insanos de la codicia y la avaricia; Diossis así lo perdonaría completamente y lo dejaría seguir entre los miembros de la comunidad.
Nadie sabe con certeza la suerte que corrió aquel aventurero, pero las buenas lenguas dicen que abandonó sus hábitos para adoptar otros; el seguir el camino de la espiritualidad para poder usar su mal ejemplo en busca de la corrección de otros con los mismos pensamientos que él había tenido aquella vez."

Dibujo representativo

Con el ejemplo claro que nos deja esta leyenda, los padres y madres enseñaban a sus hijos lo importante del respeto por la Madre Naturaleza, ya que como tanto puede darnos, así, tanto puede quitarnos.

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