CUENTA LA LEYENDA...
Hace mucho tiempo cuatro humanos padeciendo una crisis que los había conducido a la ruina sentimental y económica, fueron elegidos. Se encontraban al borde de la muerte junto con sus respectivas familias, sin lugar que los refugiara y sin persona alguna que los ayudara. Una noche en sus sueños, todo cambió; una mujer procedente de Pekin, China; quedó sumergida en un profundo sueño que la condujo a un lugar lleno de paz, donde un maravilloso ser de cabello largo con el color de la luz, de ojos con el color del mar y pupilas felinas, acompañados por pestañas alargadas y relucientemente negras que parecían flotar en la brisa pura de aquel paisaje, se hizo presente en la visión de aquella mujer. Sus ropas no reflejaban cultura definida, sino que era una combinación de algo que la mujer podía reconocer claramente como el agua del lago en el cual se posaban sus pies. La mujer creyó que se trataba de un Dios milenario a causa de su apariencia, la cual podía considerar de otro mundo; su voz radiaba pureza, claridad y luz; pero se oscurecía con los sentimientos de dolor, pena, decepción, indignación e impotencia que reflejaban sus tristes palabras.
Diossis, como se hacía llamar el ser de bello esplendor; hizo saber sus inquietudes con respecto a los que él llamó "hijos", pues sus palabras habían sido claras. Sus explicaciones impulsaron a la mujer a entender que una vez su sacrificio al dar su vida por la Madre Naturaleza había contribuido para que ésta renazca luego de "La extinción de las especies"; pero ahora lo que quedaba de él se manifestaba intranquilo y reclamaba la paz y la armonía que deseaba su corazón al ver con sus claros ojos el derroche de maldad que invadía a la humanidad, posicionándola en contra de la naturaleza. La mujer atónita, lo observaba con tal esplendor opacado por la pena y el descontento proveniente de su corazón; Diossis le propuso pues, una unión; la unión que haría a la humanidad o al menos a un puñado de ella, sumergirse no en el odio, la ambición y el materialismo; sino en la búsqueda de la paz, la prosperidad, el valor, el respeto y la unidad sentimental; Diossis no demostraba ansias de conquista religiosa o cultural, sino que sus deseos se enmarcaban en la fusión de culturas diferentes que hiciera de la vida de los humanos más rica y próspera. Propiciar la unión era su meta, y con ese deseo había decidido realizar la presencia espiritual en cuatro personas, cuatro corazones, cuatro almas al límite de la desesperación, con diferentes procedencias pero en la búsqueda del mismo sentimiento, la tranquilidad de sus mentes y espíritus. El sueño y la visión se propagaría entonces en los tres humanos restantes para así entonces dar comienzo a una nueva forma de vida que los humanos estaban olvidando.
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